Recorriendo la ciudad, vimos una larga fila de personas que esperaban a pasar por uno de los tornos, flanqueados por personal uniformado. En un principio pensamos que eran agentes de policía que efectuaban registros previos al acceso a un museo o edificio emblemático. Toda esa gente eran parte de los cuatro millones de visitantes que acceden anualmente al parque de atracciones Tivoli.
El Tivoli presume de ser uno de los parques más antiguos de Europa. Abrió sus puertas por primera vez en 1843. El rey Christian VIII ordenó su construcción, aunque fue George Carstensen, un oficial de la armada danesa, quien convenciera al monarca de comprar unos terrenos, por entonces a las afueras de Copenhague, y ofrecer al pueblo una forma de distracción. Le convenció con una famosa frase: “Cuando el pueblo se divierte, no piensa en política”.
A posteriori se construyeron el Ayuntamiento y la Estación Central, dejando el parque de atracciones ubicado e integrado en el mismo centro de la ciudad. Los nazis quemaron muchos de los edificios del parque pero la mayoría siguen siendo los originales. El nombre de Tivoli deriva del de la ciudad italiana, donde existía uno de los jardines más bonitos del Renacimiento. Se sabe que el mismísimo Wald Disney visitó la ciudad varias veces antes de construir el famoso parte de los Estados Unidos.
Se puede adquirir una entrada para pasear por los jardines del parque sin necesidad de subir a las atracciones, por el ‘módico’ precio de 19€. Si se decidiese montar en alguna de las atracciones, es posible conseguir un ticket sueltos por unos 4€, más o menos lo que cuesta en España en cualquier feria o fiesta popular o comprar un ticket que incluya subir a todos los sitios por unos 35 €. Para evitarte las filas puedes comprar las entradas aquí.
Merece la pena ver la variedad de flores, plantas y juego de luces al atardecer, aunque se nos antoja algo caro. Antes de entrar, compramos comida en un supermercado y merendamos sentados en la hierba disfrutando de un concurso de coros infantiles en el impresionante escenario que hay instalado dentro. Cada viaje tiene un momento especial y, para nosotros, será la bolsa de pan de molde ácido, las lonchas de queso y la tableta de chocolate.
Ya dentro, topamos con la única ‘closed mind’ (atontada en español) de todo Dinamarca. Entramos a la oficina de información del parque para preguntar dónde estaban los baños. Una de las señoritas nos respondió que debíamos esperar la fila para que nos atendiera la compañera de al lado. ¡Parece increíble pero así fue!
En las atracciones del parque no se puede acceder con mochilas; como en la mayoria de los parques. En el Tivoli hay zonas de ropero, hay una situada cerca de la entrada principal del parque y otra en la de la Gliptoteca. Es una sala llena de taquillas. Cuesta 30 coronas (4 €) si coges una pequeña y 50 (6,70 €) si necesitas la grande. Te dan un ticket donde está incluido el código de desbloqueo. Puedes pagar con monedas o con tarjeta.
Anécdota:
La reina Margarita II de Dinamarca, para celebrar sus cincuenta años de reinado, fue homenajeada el 21 de mayo de 2022 en los jardines de Tivoli. Se hizo una fiesta especial para ella y sorprendió a todos subiéndose, a sus 82 años, a la montaña rusa. Esa imagen ha quedado grabada en el imaginario de los daneses y puede ser la excusa perfecta, o empujoncito final, para atreverte a montar.
IMPORTANTE: El parque no está abierto todo el año, lo hace tres veces: temporada de Verano de abril a septiembre con más actividades, la temporada Halloween que va de mediados de octubre a principio de noviembre donde la decoración vinculada a la temporada es el plato fuerte y la temporada navideña del 17 al 31 de diciembre; ofreciendo unos escenarios asombrosos para la fotografía navideña. Está abierto hasta mediados de enero pero con acceso sólo a los restaurantes y teatro. Si coincide vuestro viaje a Copenhague con las fechas de apertura, no dejéis de visitarlo. Consulta horarios en la página oficial de Tivoli.
¿Merece la pena el dinero gastado? Rotundamente, sí.
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